¡Queridos "paisas"!
“El diablo
entra por el bolsillo, siempre. Esto no es privativo de los comienzos, todos
nosotros tenemos que estar atentos porque la corrupción en los hombres y las
mujeres que están en la Iglesia empieza así, poquito a poquito, luego —nos lo
dice Jesús mismo— se enraíza en el corazón y acaba desalojando a Dios de la
propia vida. «No se puede servir a Dios y al dinero» (Mt 6,21.24)”
Papa
Francisco
Las
vocaciones de especial consagración mueren cuando se quieren nutrir de honores,
cuando están impulsadas por la búsqueda de una tranquilidad personal y de
promoción social, cuando la motivación es «subir de categoría», apegarse a
intereses materiales, que llegan incluso a la torpeza del afán de lucro.
Lo
dije ya en otras ocasiones y lo quiero repetir como algo que es verdad y es
cierto, no se olviden, el diablo entra por el bolsillo, siempre. Esto no es
privativo de los comienzos, todos nosotros tenemos que estar atentos porque la
corrupción en los hombres y las mujeres que están en la Iglesia empieza así,
poquito a poquito, luego —nos lo dice Jesús mismo— se enraíza en el corazón y
acaba desalojando a Dios de la propia vida. «No se puede servir a Dios y al
dinero» (Mt 6,21.24) (Aplausos). Jesús dice: “No se puede servir a dos
señores”.
O sea, a dos Señores, como si hubiera sólo dos señores en el mundo:
no se puede servir a Dios y al dinero. Jesús le da categoría de señor al
dinero, ¿qué quiere decir?: que si te agarra no te suelta, será tu señor desde
tu corazón, cuidado. No podemos aprovecharnos de nuestra condición religiosa y
de la bondad de nuestro pueblo para ser servidos y obtener beneficios
materiales.
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