martes, 5 de enero de 2016

innovación para el Alma - Enero 05

HACE POCO RUIDO


Han pasado las fiestas navideñas donde, en principio,
todo es cordialidad, amabilidad y cortesía. Sin embargo,
hay no pocos casos en que el “espíritu de contradicción”,
de algunos, enturbia el ambiente familiar o de amistad.
Con demasiada frecuencia, la grosería, la falta de respeto
y la prepotencia verbal parece el hilo conductor de muchas
conversaciones, ello envenena el ambiente social y familiar.
A esto hay que añadir, la crispación que crea la actual
situación de crisis económica y moral que padecemos.

Por ello, al comenzar un nuevo año, no está mal que
hablemos de la virtud de la amabilidad o afabilidad como
algo esencial para una convivencia pacífica.  Las relaciones
de las personas con sus semejantes, tanto en palabras
como en los hechos, requieren unos comportamientos que
hagan más grata y amable la vida a quienes les rodean.
Ser  amables con quienes se convive requiere la misma
justicia del trato que merece todo persona por su dignidad.

¡Qué difíciles se hacen las relaciones humanas cuando hay
que aguantar o sobrellevar a una persona triste, desagradable
o malhumorada! Es entonces cuando se echa de menos la
afabilidad, virtud que hace poco ruido pero que contrarresta la
frialdad del silencio o la severidad del gesto, bastaría como diría
Juan Pablo II una palabra cordial, un gesto afectuoso para
despertar inmediatamente en el otro, una señal de atención y
de cortesía, como ráfaga de aire fresco.


Autor: Juan del Río Martín

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