“En los tiempos que corren parece ser que se ha ido
gestando un nuevo tipo de sociedad en la que el consumismo es el núcleo moral
de la vida. Hoy todo está sometido a la lógica de un mercado que tiene como
nota preponderante la seducción, de ahí que lo lúdico y lo estético pretendan
operar hoy en día como ejes integradores de la cultura. Embellecerse
exteriormente y divertirse han devenido deberes, tanto que la gente suele
sentirse avergonzada de trabajar mucho y no gozar más, de no disponer de más
tiempo libre para disfrutar más, con lo cual resulta evidente que seguimos
viviendo bajo el signo de la desmesura: en la modernidad vivimos para trabajar,
hoy trabajamos para consumir.
Lo anterior nos permite ver que una de las tareas
más urgentes de la actualidad consiste en descubrir el valor ético del trabajo e
impedir que la cultura materialista disuelva su potencial humanizador y lo
degrade a un simple medio para conseguir recursos económicos para consumir. En
otras palabras, es preciso descubrir que a través de nuestras labores
cotidianas nos podemos realizar personalmente y convertirnos en edificadores de
una sociedad más humana y más justa. Por eso uno de los aprendizajes
primordiales es procurar que el trabajo
diario deje de ser una "tragedia cotidiana" y se convierta en una
"sonrisa cotidiana", como dijo alguna vez el Cardenal Albino Luciani,
pero para ello será preciso que accedamos a la virtud de la mesura, que
aprendamos a vivir equilibrada y sosegadamente, que le dediquemos el tiempo
justo al trabajo, para que las otras facetas de la vida no sufran el deterioro
producto de una desordenada dedicación a
nuestras ocupaciones profesionales. Eso significa que hay que aprender a
trabajar, pero también a descansar y a brindarnos la oportunidad de
embellecernos interiormente por medio de la lectura, de la buena compañía, del
compartir con la familia y los amigos, de un paseo en silencio, de la audición
de una hermosa composición musical, de la oración y de tranquilos
esparcimientos, para encaminarnos hacia la felicidad".
Luis
Fernando Fernández Ochoa
Comité de Ética y Bioética – CUB
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